¿Qué tienes en casa?

Sin duda 2020 ha sido uno de los años más complicado de nuestras vidas. Donde se nos presentaba un futuro incierto, la economía colapsada, la pandemia sin control, y las personas desorientadas sin poder planificar a largo plazo. La mirada horizontal estaba oscurecida por una sombra de duda e incertidumbre. En medio de todo esto hemos podido tener una tendencia a mirar nuestras carencias y limitaciones, a medir mucho lo que teníamos, a gastar lo menos posible y a vivir con más austeridad, pues uno nunca sabe.

Por todo ello nosotros los cristianos, más que nunca, tenemos
que aprender a mirar no a las circunstancias, sino a la realidad de que en la soberanía de Dios, todo está
bajo control (II Corintios 4:17 y 18).
Cuando en II Reyes 4 la viuda de un profeta acude a Eliseo en necesidad, todos podríamos pensar que Eliseo
la ayudaría con sustento y la animaría a economizar lo más posible sus recursos. Seguramente por eso lo
primero que hace es preguntarle ¿Qué tienes en casa?, para así saber la cantidad de sus provisiones. Sin
embargo cuando la viuda le responde que sólo le queda un poco de aceite, la respuesta es inusual: “ve y
pide a tus vecinos vasijas vacías (…), y echa en todas”
. Pero lo que resulta aún más sorprendente es que
cuando la viuda obedece, el aceite no escasea para llenar la necesidad de sus vecinos. Sólo tenía “un
poco de aceite” pero confío en Dios y lo poco que tenía lo puso en Sus manos (a través de Eliseo) y
entonces se obró el milagro: poco en las manos de Dios es más que suficiente. Dios prefiere la
disposición a la capacidad, las dos blancas de la viuda al sueldo del fariseo. El principio aquí es que
cuando suplo las necesidades de los demás, Dios se encarga de suplir las mías, pues existimos para
servir.
Frente a esta crisis mundial que nos acosa, Dios nos insta a no mirarnos demasiado el ombligo
lamentándonos con nuestras carencias, y nos pregunta a cada uno ¿Qué tienes en casa? Y aunque
tengamos poco, la respuesta es la misma “ve a tus vecinos y mira de qué forma puedes suplir sus
necesidades”. Y es que “llenamos con aceite las vasijas de los demás”, cuando cocinamos o llevamos
alimento para alguien que lo necesita, pero también cuando alentamos al desanimado, acompañamos al
que está en soledad, llamamos a quien perdió su empleo, visitamos al enfermo, consolamos al que ha
sufrido un pérdida.., en definitiva cuando abrazamos y bendecimos al prójimo, empezando por nuestros
hogares. Entonces se cumple otro principio relatado en Hechos 20:35 “más bienaventurado es dar que
recibir”
.
Medita en el pasaje de II de Reyes 4 y reflexiona sobre estas preguntas en los próximos días:

  1. En base a la pregunta del versículo 2: ¿Qué tienes en casa?, identifica y agradece por todo lo que tienes
    (alimento, salud, familia, trabajo, etc.), y si te falta alguna cosa, haz como la viuda, acude a Dios
    presentándole tu necesidad.
  2. ¿Cómo puedo bendecir y llenar las vasijas vacías de mi círculo de influencia?: ayuda, consuelo,
    compañía, palabras aliento, oración, etc. Piensa en 3 personas a las que dar “un poco de tu
    aceite”, en los próximos días.
  3. Ya que la viuda del profeta ante su necesidad lo primero que hizo fue acudir a Dios, pensemos si
    en nuestros hogares y en el día a día estamos llevando ante Dios todas nuestras cargas, anhelos,
    necesidades, etc. El principio a aplicar es que busquemos cada día acudir a Dios a nivel personal
    y familiar. Reflexiona sobre tu tiempo personal y aún familiar con Dios, que hay que mejorar en
    cuanto a tiempo, periodicidad, etc.

J.Varela

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