ECLESIASTÉS O EL SENTIDO DE LA VIDA
La cultura moderna aboga por la razón y la erudición. El prestigio viene dado por los títulos. Se
ataca la Biblia y se le resta autoridad, es sólo un libro mitológico con valor literario e histórico, es
para los ignorantes para los que no triunfan en esta vida y necesitan buscar afuera lo que no tienen
aquí abajo. Sin embargo en la Biblia tenemos el caso de varios hombres eruditos e intelectuales,
pero hubo uno que resaltó sobre todos: doctor en filosofía y letras, doctor en ciencias de la
naturaleza, zoología, botánica y conferenciante, fue Salomón (I Reyes 4:31). Sin embargo y a pesar de
todos esos títulos Salomón no escribe como doctor o erudito, sino como “Eclesiastés”, ¿Quién nos
habla? ¿Es un hombre de ciencia, un doctor o erudito? No, nos habla literalmente un hombre de
iglesia, un predicador, un creyente, un hijo de Dios.
Podemos suponer que escribió Proverbios en su juventud, mientras conservaba su integridad y que
redactó su Eclesiastés cuando ya era anciano y por la gracia de Dios ya se había recobrado de su
apostasía. Por eso Eclesiastés es en realidad una reflexión de su vida con una conclusión final. Es
un libro de lamento, triste, donde el autor lamenta con tristeza su propia necedad al prometerse a si
mismo satisfacción en las cosas de este mundo. Su caída es en realidad una prueba de la debilidad
humana aun en el hombre más sabio de todos los tiempos. Es paradójico pero a Salomón le hicieron
más daño sus riquezas que a Job su pobreza, Job perdió todo para ganar más de Dios y Salomón lo
ganó todo para perder a Dios. Por tanto nos imaginamos a un hombre anciano, cansado y
desilusionado, pero con un mensaje de esperanza para hoy: «Teme a Dios y guarda sus
mandamientos, porque esto es el todo del hombre”. Al final la conclusión a la que llega este
anciano, un hombre dolorosamente sabio, que podía hablar con una sabiduría y autoridad ganada a
muy alto precio, es que nada de lo que se hace debajo del sol merece la pena, la vida sin Dios no
tiene sentido.
El corazón del hombre no ha cambiado y ciertamente como dice Eclesiastés 1:9 “nada hay nuevo
debajo del sol”. Hoy en día vivimos en mundo dominado por el ambiente V.U.C.A. (mundo volátil,
incierto, complejo y ambiguo), al igual que en los tiempos de Salomón, hoy se busca más que nunca
el reinado de la razón, de los sentimientos y emociones, y de las posesiones y el consumo. El
mundo occidental a pesar de perseguir el bienestar, está siendo corroído por la carcoma del sin
sentido y del aburrimiento, la juventud vive épocas de desilusión y desencanto, los ideales han
muerto, el futuro ya no tiene sentido.., el hombre carece de verdades absolutas. Por eso nuestra
mirada no es horizontal, sino vertical, no miramos a esta sociedad frágil y moribunda, sino a Dios
eterno y permanente. Nada de lo que este mundo llama “placeres” puede llenar la vida y dar sentido
a nuestra existencia. Sólo en Dios está la verdad y la vida.
Durante estos días te invito a meditar en lo siguiente:
-Eclesiastés 2:11 “Miré […], y he aquí todo es vanidad y aflicción de espíritu debajo del Sol”. ¿Qué aspectos de
tu vida consideras que están siendo atraídos y/o seducidos por esta sociedad?
-Eclesiastés 3:14 “Y todo lo que Dios hace será perpetuo […], Dios restaura lo que pasó”. Pon todo aspecto
negativo de tu presente y aun de tu pasado en las manos de Dios, confiesa y declara su restauración
permanente.
-Eclesiastés 9:10 “Y todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas”. Reflexiona e
identifica en tu vida cotidiana qué oportunidades tienes de dar una palabra de aliento, de bendecir,
de consolar, de animar, empezando por tu casa.
J.Varela
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