Más bienaventurado es dar que recibir (Hechos 20:35)

La esencia del amor agape al que Dios nos llama consiste en darnos, en entregar, en bendecir a otros.
Te cuento una historia que ilustra este principio tomado del libro de Hechos: “Era un día lluvioso y
gris. Mientras conducía su coche Mario vio una anciana detenida en la carretera junto a su vehículo,
enseguida paró su viejo coche junto al BMW de la anciana. Esta miró con angustia al hombre que se
le acercaba, ya que su aspecto no era muy agradable y pensó que podría ser un delincuente. Mario se
dio cuenta del miedo de la mujer e intentó tranquilizarla diciéndole: no se preocupe, vengo a ayudarla.
Era un simple pinchazo pero para la anciana era una situación que no sabía resolver. Mario le cambió
la rueda y cuando la señora le preguntó cuánto le debía, le dijo a la anciana que si quería pagarle, la
mejor forma era que la próxima vez que viera a alguien en necesidad y estuviese a su alcance el
ayudar, lo hiciera de manera desinteresada y que entonces pensara en él, y con eso se despidió
mientras Mario la veía alejarse. Había sido un día frío, gris y difícil para él…
Unos kilómetros más adelante la señora se paró en un pequeño bar para tomarse un buen chocolate calentito.
Una camarera muy amable se le acercó y le extendió una toalla para que secara su cabello empapado
por la lluvia. Tenía un rostro agradable con una hermosa sonrisa que no se borraba aunque llevase
muchas horas de pie. La anciana notó que la camarera estaba embarazada y cansada, sin embargo eso
no le hacía cambiar su simpática actitud. Pensó en como gente que tenía tan poco, era tan generosa
con los extraños, entonces… se acordó de Mario. Al terminar su chocolate pagó con 20 euros, pero
cuando la muchacha regresó con el cambio se dio cuenta que la señora se había ido, intentó alcanzarla,
pero al pasar vio en la mesa una servilleta de papel escrita junto a 4 billetes de 100 euros. Los ojos se
le llenaron de lágrimas cuando leyó la nota: “cuando tuve necesidad alguien me ayudó como hoy te
estoy ayudando. Si quieres pagarme no dejes de ayudar y ser bendición a otros como hoy lo hago
contigo. Sigue dando de tu amor y no permitas que nada rompa las bendiciones que sabes dar con tu
actitud”. Esa noche en casa, la camarera se fue a la cama con cuidado para no despertar a su agotado
esposo que debía levantarse muy temprano, pensando en lo que la anciana había hecho con ella. Se
acercó suavemente hacia su marido y le susurró al oído: todo va a salir bien, te amo Mario”.
Recuerda que tú y yo somos el Cuerpo de Cristo y por lo tanto Sus manos y pies para bendecir,
alentar, apoyar y consolar a otros. Recuerda que las matemáticas divinas no tienen la lógica humana, y
cuanto más damos, más recibimos. Te animo a meditar en Mateo 25:31-43, donde en el juicio a las
naciones se nos enseña que ayudar al necesitado es “ayudar” a Dios, entrando en la cultura de la honra
y la bendición.
En los próximos 3 días piensa en tres formas de bendecir a otros:

  • Alguien enfermo a quien puedas visitar o llamar.
  • Alguien sólo a quien puedas acompañar o alentar.
  • Alguien que últimamente te haya ayudado en algo, para honrarlo y ser agradecido.

J.Varela

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