¿Qué es ser hombre?

Los roles tradicionales de masculinidad están en crisis. El concepto rancio del superhombre
que todo lo puede profesional, económica, y sexualmente se desmoronó ya hace tiempo,
alentado en su caída por el avance de las mujeres en los distintos ámbitos que antes estaban
reservados sólo para los hombres. Ante todo esto, el mundo masculino se derrumba
intentando reubicarse en el nuevo escenario social con cambios demasiado rápidos. Frente a
este panorama repetimos la pregunta del millón: ¿Qué significa ser hombre hoy?
Esta es la pregunta planteada y el reto al que nos enfrentamos. La imagen del hombre y su
identidad como varón han sufrido un desgaste histórico. La pérdida de identidad y por lo
tanto de autoridad, ha sumido al hombre en una desorientación tal, que le ha incapacitado
para cumplir con sus roles, convirtiéndole a lo largo de todo un proceso, en una triste
caricatura del modelo que Dios planeó.
Aun antes de que la caduca posmodernidad invadiera el escenario como la nueva
cosmovisión del mundo, Brannon y David (1976) aislaron para aquellos tiempos lo que
serían 4 rasgos característicos de la masculinidad negativa, que ya eran preludio de la crisis
de la masculinidad que se avecinaba. En realidad el mismo ADN, como un virus resistente,
siguió desarrollándose hasta hace bien poco, y en muchos casos sigue compitiendo con las
nuevas formas de entender la masculinidad. Dichas características son las siguientes:

  1. La masculinidad consiste en el repudio de lo femenino
  2. La masculinidad es evaluada por la riqueza, el poder y el status social
    3 La masculinidad requiere la impenetrabilidad de las emociones
  3. La masculinidad exige destacar, ser agresivo, y realizar acciones arriesgadas en nuestra
    sociedad

Hay un «código varonil» aprendido que tiene que ver con esto y que lo único que consigue es
castrar la auténtica masculinidad perpetuando en muchos hombres un modelo inmaduro y
desconectado de su realidad. Este es el concepto de macho que ha permanecido hasta la
década de los 80 y que con la posmodernidad ha ido dando paso a su modelo antagonista, el
hombre ligth, pasivizado y feminizado, del que podemos hablar en otro momento.

¿Es el hombre una especie en peligro de extinción?, ¿Es la distinción de géneros una
construcción social destinada a mantener la hegemonía del macho? Se trata de un ataque

sistemático desde distintos frentes: los colectivos feministas radicales, los colectivos
homosexuales, la ideología de género, la ruptura con modelos caducos que ya no sirven.
Todo ello está provocando una profunda desorientación, una grave crisis de identidad en el
hombre. ¿Qué es ser hombre hoy en día? , ¿Es acaso feminizarse? Hace 30 años para ser
hombre, uno tenía que tener pelo en el pecho, un cigarrillo en la comisura de sus labios como
prolongación constante de sí mismo, una poblada barba, y una cerveza o whisky en su mano.
Por contra, hoy el ideal de hombre es el modelo heterogay y metrosexual, sin un ápice de
pelo en ninguna parte del cuerpo. Se trata del nuevo «varón dandy» 1 que se hace la manicura,
utiliza crema hidratante y exfoliante, perfumes de diseño, y ropa interior de Calvin Klein. Es
el mundo al revés 2 . El hombre se feminiza, y la mujer se masculiniza asumiendo por
desgracia, la parte machista y hegemónica del sexo masculino. Pero ya que hablamos de la
mujer, un pequeño apunte para aclarar algo importante. Cuando escribimos un artículo para
varones, no es que pretendamos ignorar a las mujeres y establecer algún tipo de rivalidad de
género. No, muy al contrario, estamos convencidos de que cuando el hombre reubique su
papel y entienda su propósito, serán las mujeres quienes recuperen su lugar en posición,
honor y dignidad.
Dios crea al hombre de la tierra, del polvo de la tierra, dotándole de su propia imagen y
semejanza, mientras que la mujer es creada del varón. «Tierra y carne» marcan ya desde el
principio una impronta bien diferente en cada uno, que podríamos resumir en esta frase: «El
hogar del hombre es el mundo, mientras que el mundo de la mujer es el hogar». Adán
significa tierra roja, pues el hombre, al ser creado del polvo, comparte los mismos elementos
químicos que la tierra (oxígeno, carbono e hidrógeno). Es por ello que el hombre está más
ligado a la naturaleza, a su latido vital y ancestral, a los pulsos de la tierra, y al espíritu de
conquista del que hacíamos mención al principio. Adán fue formado de la tierra y Eva fue
formada de la propia persona de Adán. Ella de su carne, y por tanto relacional y cercana, él,
de la tierra, y por tanto indómito y salvaje. Por eso en la experiencia de la paternidad, la
madre retiene (el hogar) y el padre envía (el mundo). Ella es la seguridad del hogar para sus
hijos, mientras que el padre es el puente que les conecta con el reto del mundo exterior. El
diseño revela el destino.
El mandato cultural pronunciado por Dios en Gn.1:22 deja claro que el primer encargo que
Dios le da al hombre y a la mujer es un llamado a la conquista, a la aventura “fructificad y
1 Perfume, o más bien colonia para hombres, muy popular en los setenta.
2 Quede claro que no aprobamos ninguno de los dos modelos

multiplicaos, llenad la tierra y administradla». El llamado es a los dos, es un llamado a la
familia, pero cada uno responde desde su naturaleza primigenia: Adán que es tomado de la
tierra, por tanto de la naturaleza, es el encargado de conquistar, luchar, dominar el medio.
Eva que es tomada de Adán, de su carne, por tanto de lo humano y relacional, es la encargada
de la seguridad del hogar, de lo relacional, de lo afectivo. El, del continente, ella del
contenido. La necesidad de conquista y la necesidad del hogar, «raíces y alas» son energías
ancestrales ancladas en el alma de cada hombre y de cada mujer. No las podemos negar,
porque en su complementariedad, conforman la estabilidad de la estructura familiar.

Juan Varela

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